El Valle del Duero

El viajero que suelta sus maletas al llegar a la pequeña estación de tren de Ermida, se depara en seguida con el monumental valle del Rio Duero, con la sencillez de las terrazas de viñedos, cerezos, almendros y castaños que, desde las laderas bajan hasta el rio. Este fue el paisaje con el que se deparó Jacinto, personaje del clásico «La Ciudad y las Sierras» de Eça de Queiroz, en el tren que le trajo de París hasta el Duero. Hoy este paisaje está prácticamente intacto y es el que se ofrece a quien elige la Quinta de Guimarães para crear recuerdos.

La Finca

En una pequeña elevación con vistas al Duero, entre las curvas y contra curvas de este impresionante río, se sitúa la Quinta de Guimarães. Propiedad agrícola de 40 hectáreas, aquí crecen viñedos de la casta de uva ‘Avesso’, en 25 hectáreas dedicadas a la producción del ‘Vinho Verde’.

En las demás crecen los románticos bosques de encinas y alcornoques, que protegen el corazón de la propiedad, compuesta por la Casa Principal del siglo XVIII, con la capilla anexa dedicada a la Nuestra Señora de la Concepción, la bodega, todavía en uso, y la era o patio, de los fuertes vientos que allí soplan del este.

De esta producción agrícola cuidadosamente pensada para respetar lo que la tierra elige producir y privilegiar los ingredientes de la región, se destaca la huerta sostenible, que hace las delicias de pequeños y grandes, ofreciendo una experiencia de conexión con la tierra y de lo que el Duero tiene de mejor.

La familia

El primer Cunha Coutinho en establecerse en Santa Marinha do Zêzere, lo hizo a principios del siglo XVIII. Hidalgo y abad benedictino, ordenó la construcción en este lugar de un solar, la Casa do Reguengo das Cazas Novas que ofreció a uno de sus hermanos pequeños que poco tendría para heredar. Desde entonces la familia nunca se desvinculó de la historia de este lugar.

En uno de los últimos meses de la monarquía, y siguiendo la tradición hidalga de la provincia de no buscar novia muy lejos, el entonces señor de las Cazas Novas se casa con una de las vecinas, señoritas Vieira Pinto, cuya familia de esta región habia comprado la Quinta de Guimarães del siglo XVIII, fruto de su trabajo en Brasil. Se debe a esta unión que los Cunha Coutinho son los propietarios de la Finca, manteniendo vivas varias herencias como el gusto en recibir, el viñedo y el vino.

La Quinta de Guimarães sigue siendo una casa donde se crean recuerdos de familia. Bajo la mirada de Nuestra Señora de la Concepción, a quien está dedicada la capilla, se han casado los tres hijos de los actuales dueños, reforzando los lazos que la familia tiene con la finca y con el Duero.

Verdadera casa de familia, de puertas siempre abiertas, la Quinta de Guimarães es para todos un precioso refugio que la familia considera el lugar más encantador del mundo.

Fernanda es quien abre las puertas de la casa, con su amplia sonrisa y el alegre acento de Santa Marinha do Zêzere. Junto con sus dos hermanas, Lúcia y Rosa, son el alma de la finca y el vínculo con la comunidad local. Se aseguran de que quien llega de lejos se siente en casa, invitándoles a descubrir cada rincón de este paraíso.

Casas y Habitaciones

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